jueves, 28 de enero de 2010

"CRÓNICAS PORTEÑAS"

TIEMPOS MODERNOS


En el último sábado de septiembre la primavera quiere estallar definitivamente en Parque Lezama. Subo la pequeña escalinata de la calle Defensa para darme un chapuzón de verde antes de encerrarme en la ceremonia sabatina de “El Británico”. Acariciados por el sol de las tres de la tarde los artesanos conversan despreocupadamente. Ni bien termino de poner el primer pie sobre la tierra fresca el tipo, sesentón y acompañado de su perro, me encara sin darme tiempo al menor esquive.
“¿Sabe qué pasa…? Yo tengo una hija de veinticuatro años. Y usted debe andar por los cuarenta y siete… cuarenta y ocho…”
“Cuarenta y nueve ” interrumpo tratando de imaginar hacia que puertos querrá llevarme esta marea de buena presencia y cabellos grises.
“Muy bien. A usted no le pasa como a mí… ? Escucho todo el tiempo: boludo, boluda, puto… entonces…”
“Su hija habla asì y a usted no le gusta…” arremeto colándome en un brevísimo silencio
“No, no, nada que ver. Ella habla bien. Pero todos los de su edad, los amigos, se la pasan hablando asì…”
Lo escucho atentamente. Señala a su mascota y como si hiciese falta me resalta como orgulloso y a manera de presentación:
“Este es mi perro. Pero como le decìa… Una vez a mi padre lo traté de vos… Y me liguè un sopapo!! Una vez en la vida eh, y sin querer faltarle el respeto en lo más mínimo!
Es imposible el hallazgo de una pausa que ayude a convertir el monólogo en diálogo. Pero además sería como arruinar una obra pictórica intentando un retoque de mano propia. El tipo, hablando de arte, ya me dibuja una sonrisa complaciente.
“A mi me gusta tomar un cafecito” continúa el entusiasmado disertante al aire libre.
“Entonces me atienden casi sin mirarme a la cara cuando yo ante todo, respetuosamente saludé. Porque a mi me enseñaron eso eh. Permiso, gracias, buenos dìas…
Yo fumo. Voy a comprar cigarrillos a estos nuevos kioscos que parecen un bazar y no veo a nadie. Saludo. Digo, por ejemplo, buenas tardes. Aparece una doña, me mira y no dice nada. Como si estuviese sola o frente a vaya a saber que…
A mi tío una vez lo traté de che… Què cachetazo me tuve que ligar!”
Familia brava la del hombre, pienso mientras entiendo porque jamás a la hija la habrá escuchado delante suyo “hablar así”.
“Y bueno… qué se la va a hacer… Son los tiempos que nos tocan vivir. Ah… pero mire, a veces pienso… A estos que hoy andan boludo de aquí, boludo de allà ya les va a tocar que les falten el respeto dentro de veinte, treinta años… Y qué van a decir..?
Buenas tardes. Disculpe la molestia.”
No pasa na bolú. Ta todo bien.

REMO

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