sábado, 5 de junio de 2010

BENITO QUINQUELA MARTÍN





Alguna vez confesó: “El hombre de Buenos Aires nace gris. Por eso le di color a La Boca”
En marzo de 1890 vio la luz en este pequeño mundo que hasta ese momento, créame, era solamente una melancólica mezcla de blancos y negros.
Sin saber la perla que rechazaban sus padres lo abandonaron, y el destino lo llevó hacia una familia de carboneros. A ese oficio se dedicó hasta los veintidós años. ¡Qué ironía de la vida, el padre del color boquense con las manos en la negra oscuridad del carbón!
Cuando en cualquier país del mundo le preguntaban por la historia del carbonerito él contestaba: “Si no se tratara de mí creo que estaría cansado de oír hablar de Quinquela.”
Su arte recorrió el mundo. España, Nueva York, Italia, Cuba, Inglaterra…Un día dijo basta y solo se dedicó a exponer en el interior de nuestra Argentina. Pero más allá de su voluntad La Boca siguió visitando el mundo orgullosamente pintada por su hijo pródigo.
Entonces esos paisajes portuarios con los brillos de la historia en cada pincelada, esos barcos anclados en El Riachuelo del corazón porteño lucieron su belleza, inconfundiblemente boquense, codeándose con los más grandes del mundo.
En una visita a Londres un reportero, con aires de intelectualidad, le preguntó porque no retrataba mujeres.
Don Benito le respondió: “Porque pinto barcos”.
“Caramba, es una lástima…Un pintor como usted debería realizar mujeres…Sería… interesante ver como las interpreta… Su temperamento…”
Para sacárselo de encima el gran Quinquela agregó: “En realidad, no pinto mujeres porque no he encontrado todavía la mujer.”
El inglés quedó deslumbrado con la respuesta y al día siguiente su diario titulaba:
“Un pintor famoso recorre el mundo en busca de la mujer que le sirva de modelo. ¿Encontrará su ideal en Inglaterra?”
Como consecuencia se armó un alboroto increíble. Cartas de mujeres ofreciéndose para la muestra, artículos escritos tratando de analizar desmenuzadamente las posibilidades de la mujer londinense..
Cuando volvieron a la carga con la pregunta obligada…” Y…encontró a la mujer ideal?” el artista contestó:”No, porque la mujer ideal, si existe, habla en criollo:”
Cuando le preguntaban que opinaba de él la gente de La Boca sonriendo decía: “¡Qué soy loco! Les cuesta convencerse de que un hombre que sale tanto en los diarios y revistas, en compañía a veces de grandes personalidades, pueda andar, si es cuerdo, recorriendo en alpargatas y traje de obrero las calles como cuando era carbonero.”
Y sí, don Benito, de veras hay que estar loco para pintar tanta hermosura, para poder darle tanta luz a la grisácea sinfonía del hombre porteño.
Por eso en El Riachuelo boquense, en “Caminito” y “Vuelta de Rocha”, el sol es muy respetuoso al jugar con sus reflejos en las mañanas más luminosas. Sabe que en la vieja República los colores tienen nombre y apellido y son hijos de un grande: Don Benito Quinquela Martín.

2 comentarios:

  1. dicho en algún momento de su vida, por este magnífico y espectacular artista...
    "los hombres no valen por lo que son, ni siquiera por lo que tienen, solo valen por lo que dan"...

    ¡muy buena la nota!, felicitaciones!!
    abrazos!!

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  2. Muy bueno! te felicito por esta entrada, admiro la vida y otra de Quinquela Martín.
    Saludos.

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